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¿Qué fue lo que nos enfermó de esa forma?

Sucede de la nada, cuando menos te lo esperas: un minuto estás bien y al siguiente comienzas a sudar mientras unos calambres recorren tu vientre. ¿Qué fue lo que nos enfermó de esa forma?

Sucede de la nada, cuando menos te lo esperas: un minuto estás bien y al siguiente comienzas a sudar mientras unos calambres recorren tu vientre de un lado a otro. Aparece el vómito o la diarrea, o ambas, y empiezas a temer que morirás.

Luego, así como llegó, desaparece. Y vuelves a ser el mismo de siempre, mientras comes arroz, pan tostado, gelatina, galletas saladas o fruta cocida.

Los especialistas suponen que esta situación, conocida como “evento gastrointestinal agudo”, nos ocurre a todos por lo menos una vez al año. Los episodios, si bien bastante desagradables, por lo general no ameritan acudir al médico ni requieren medicamentos.

Sin embargo, dichos eventos nos obligan a hacer un alto para tratar de identificar qué fue lo que nos enfermó de esa forma tan incómoda. Aunque no hay forma de saberlo con certeza, hay claves que podrían ayudarte a determinar la fuente y reducir el riesgo en el futuro.

Se tiende a culpar al último alimento que se consumió, pero probablemente sea lo penúltimo, y no lo último que se ingirió.

El estómago necesita de cuatro a seis horas para digerir un alimento en su totalidad; después al intestino delgado le toma entre seis y ocho horas absorber todos los nutrientes y trasladar lo que queda al colon. Posteriormente, los restos permanecen ahí de uno a tres días, donde se fermentan y van formando eso que vemos al jalar la palanca del retrete.

El tiempo que requiere el tránsito intestinal varía de manera importante de una persona a otra, pero los gastroenterólogos dicen que es fácil saber cuánto nos toma a cada uno si comemos un elote y esperamos a ver aparecer los granos sin digerir en nuestras heces.

Quizá suene asqueroso, pero tomando eso como punto de referencia, la próxima vez que te enfermes podrás calcular mejor cuándo fue que consumiste aquello que te cayó mal. Por ejemplo, si vomitas algo y no tienes diarrea ni malestares, lo que te enfermó podría tratarse de algo que comiste en las últimas cuatro o seis horas.

Si te levantas a medianoche con calambres y diarrea, lo más probable es que se trate de algo que comiste entre 18 y 48 horas antes, dependiendo de tus resultados en la prueba del elote.

Los virus y las bacterias (como norovirus, estafilococo áureo, campylobacter, salmonela, E. coli y Bacillus cereus) son los causantes de la mayoría de las enfermedades que se transmiten a través de la comida.

De tal modo que, además de averiguar el momento exacto en el que consumimos los alimentos, también hay que considerar cuáles son más propensos a contaminarse.

Los artículos que se mencionan y que aparecen con frecuencia en la lista de alimentos a recordar incluyen vegetales de hojas verdes, hierbas culinarias, frutas con cáscara texturizada como el melón, los tomates frescos, los pepinos, los chiles jalapeños, las mantequillas de frutos secos, los moluscos, los guisantes congelados, el queso y el helado.

Otros alimentos de los que debemos desconfiar son aquellos que han estado fuera del refrigerador durante varias horas.

Fuente: Deborah Fisher

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