El cambio en el estilo de vida actual, principalmente por el aumento de mujeres que trabajan fuera de la casa, ha sido un importante factor en la popularidad de los restaurantes de comida rápida. Con esto me refiero a hamburguesas, pizzas, sándwiches o tortas que muy frecuentemente se pueden comprar desde su auto.
Debido a que están constituyendo una parte importante de nuestra dieta, debemos considerar su impacto nutricional. Esto depende de varios factores: qué tan seguido se comen este tipo de alimentos, el contenido nutricional de los alimentos y lo elegido por el consumidor.
Comidas rápidas ocasionales (una vez a la semana) tienen muy poco impacto en el valor nutritivo de la dieta de una semana. Sin embargo, existen personas que comen estos alimentos casi todos los días.
El aumento de estos restaurantes hace que las personas se hagan dependientes de ellos para una o más comidas al día. Esto va en contra de uno de los principios más importantes de la nutrición: la variedad. El depender de una selección limitada aumenta el riesgo de una deficiencia o exceso nutricional.
Sin embargo, los alimentos que se consumen en este tipo de restaurantes no merecen el término de “comida chatarra” ya que pueden proveer cantidades suficientes de nutrientes. Pero, en su mayoría, tienden a tener un alto contenido de calorías, azúcar, sodio y grasa, lo cual es lo que actualmente debemos de estar tratando de disminuir en nuestra dieta.
Por un lado, debemos considerar que estos alimentos proporcionan del 50 al 100 por ciento del requerimiento diario de proteína para adultos jóvenes.
Las hamburguesas y por ejemplo los sándwiches de roast-beef (carne) contienen cantidades importantes de hierro. El calcio también se proporciona en cantidades adecuadas por la pizza o por un licuado de leche (milk shake) o una malteada. También son buenas fuentes de tiamina, riboflavina, niacina, vitamina B12, fósforo y zinc.
Pero por otro lado, los alimentos de comida rápida contienen muy poca cantidad de vitamina A, C, ácido fólico y fibra. También, como se mencionó anteriormente, son muy altos en calorías. Por ejemplo, una comida que consiste de una hamburguesa con queso, papas fritas y un licuado de leche, proporciona 1,200 kilo-calorías. Esto representa el 55 por ciento de la energía recomendada para una mujer joven en un día (2,200 kilocalorías) y es demasiado para una sola comida.
En cuanto a grasas, la mayoría de las calorías de estos alimentos, provienen de las grasas. El ejemplo anterior proporciona 59 gramos de grasa. Aunque se pida pollo o pescado que son más bajos en grasa que la carne roja, el pollo o el pescado en estos restaurantes son empanizados y luego fritos. El contenido de estos sándwiches puede ser igual o mayor que el de una hamburguesa.
En algunas ocasiones, la grasa de la carne, que es alta en grasa saturada y colesterol, se usa para freir el pollo o el pescado, agregando todavía más calorías.
Además de freir la carne, que en ocasiones se pide doble o triple en las hamburguesas, muchas veces se acompañan de salsas de queso o mayonesa que aumentan el valor calórico y de grasas de la comida.
La mayoría de los alimentos que se consumen en estos restaurantes contienen grandes cantidades de sodio por la sal y otros ingredientes. La comida del ejemplo anterior proporciona 1,600 miligramos de sodio que es casi el 70 por ciento de los 2,400 miligramos de sodio recomendado para el día.
Las papas fritas con sal, los anillo de cebolla, los licuados, el pescado o el pollo empanizado, las salsas, los pepinos y otros condimentos aumentan el contenido de sodio de una comida.
En cuanto a azúcar, los refrescos y los licuados proporcionan la mayoría de la azúcar de estas comidas. Un refresco mediano o un licuado contiene de 8 a 11 cucharadas de azúcar.
Fuente: Gabriela Villarreal