Hablar de los problemas estomacales es incómodo para muchos; sin embargo, no es necesario que grite a los cuatro vientos si le aquejan dolores, inflamación, estreñimiento, a veces diarrea o gases. Contárselo a su médico es más que suficiente para que él diagnostique, con ayuda de algunos estudios, si sus síntomas son generados por un mal manejo del estrés o si tienen que ver con alguna alteración orgánica del aparato digestivo.
Si se trata del primer escenario, para lograr controlar los malestares bastará diseñar otras formas de canalizar el estrés y al mismo tiempo mejorar sus hábitos alimenticios.
“Los seres humanos procesamos el estrés de diferentes maneras, y una de ellas es comiéndonos los problemas; en realidad el órgano de las emociones no es el corazón, como en algunas películas lo dicen, sino el colon”, afirma Felipe Urbina de la Vega, cirujano gastroenterólogo, miembro de la Sociedad Mexicana de Gastroenterología.
Lo que dificulta atender oportunamente padecimientos como la colitis, también llamada síndrome del intestino irritable o colitis nerviosa, es que los pacientes nunca piensan que sus molestias tengan un origen emocional, señala el también miembro de la Sociedad Mexicana de Cirugía General.
“Es más fácil que digamos que tenemos colitis y tomar medicamentos, que resolver el resto de los problemas que nos generan estrés, como pagar las tarjetas de crédito, trabajar menos tiempo o llevarse mejor con la pareja y los hijos”, considera Urbina de la Vega.
Y cuando las personas se habitúan a vivir con los malestares clásicos de esta enfermedad crónica, asistir al médico con regularidad se vuelve parte de la costumbre.
En orden
Quien se encuentra harto de pasar los días según el “contentillo” de su estómago, puede aplicar la siguiente estrategia para cambiar los papeles: que su aparato digestivo pase los días según usted amanezca. Lo primero es definir el origen de sus malestares.
El Centro de Información de Salud de la Clínica Cleveland, en Estados Unidos, define como problemas funcionales a “aquellos en los que el tracto gastrointestinal es de apariencia normal, pero no funciona adecuadamente; son los problemas más comunes que afectan el colon y el recto, e incluyen constipación y síndrome de colon irritable”, según su página web.
Los problemas funcionales, explica el gastroenterólogo Urbina de la Vega, no se pueden demostrar tan fácilmente con un estudio, porque no se ven claramente las lesiones, como en el caso de cáncer o cuando hay divertículos en el intestino, pero los síntomas “hablan” de irritación del intestino, que se exacerba cuando a los malos hábitos alimenticios se suman estados emocionales específicos.
“Algunos pacientes estresados presentan dolor abdominal, se les inflama el estómago, pueden tener diarrea o estreñimiento, y a pesar de ir al baño, una sensación de evacuación incompleta”, señala.
En este caso, se trata de personas que no han encontrado una actividad para canalizar su estrés de otra manera, como correr o simplemente ir al cine, al teatro o a algún otro sitio que las haga romper con la rutina.
Basta someterse a una serie de estudios para saber si sus malestares pueden ser señal de “algo más grave”.
“Para saber que es algo que no te va a matar, se debe ir con un médico, para que se realicen exámenes según la edad y los síntomas; como la colonoscopía, que consiste en introducir una fibra óptica por todo el colon para observar su estado.
“También se pueden indicar análisis de excremento y cultivar parásitos o bacterias”, comenta Urbina de la Vega.
Considerando que alrededor del 80 por ciento de las consultas al gastroenterólogo obtienen como diagnóstico colitis nerviosa o síndrome de intestino irritable, no tiene mucho de qué preocuparse; y si en el resultado de los exámenes se observa algún otro padecimiento más grave, será el momento propicio para empezarlo a atender.
Si se trata de emociones
Hablar de enfermedades gastrointestinales y emociones es entrar en la lógica de la pregunta, generalmente sin respuesta, ¿qué fue primero: el huevo o la gallina?
La colitis y el síndrome de intestino irritable (SII) son dos de los padecimientos gastrointestinales que suelen estar relacionados con las emociones, y a la larga, de no recibir el tratamiento adecuado, incluso pueden complicarse con reflujo, asma y migraña, advierte Urbina de la Vega.
Ambas son enfermedades crónicas, es decir, que se pueden controlar hasta disminuir la frecuencia de los malestares, pero que pueden reaparecer en momentos críticos, como cuando se conjuga una alta carga de estrés con hábitos alimenticios inadecuados.
De hecho, entre 40 y 60 por ciento de la población ha padecido o padecerá en algún momento de su vida un cuadro de colitis, asegura el experto.
La atención oportuna de estos padecimientos se complica porque generalmente no se atienden de raíz los problemas emocionales ni se modifican sus costumbres alimenticias y se enfocan en el malestar estomacal.
“A los pacientes debemos hacerles entender el impacto de las emociones en su cuerpo, si viven con una autoestima baja, no se alimentan de manera balanceada, tienen horarios irregulares para comer, no resuelven sus problemas y no hacen algo por encontrar actividades para canalizar su estrés van a seguir teniendo un dolor que es real, acompañado de cambios en sus hábitos evacuatorios, que influyen en la vida personal y laboral”, indica el gastroenterólogo.
La visita al médico puede ser el inicio para romper el círculo vicioso que se establece entre los problemas, el estrés, los malos hábitos alimenticios y los malestares gastrointestinales.
Los pacientes, antes de llegar a manos del médico, deben detenerse a pensar sobre los síntomas que tienen y en qué momentos aparecen, es necesario hablar de los síntomas y reflexionar si están pasando por un periodo emocional difícil.
“Cuando identificamos que los pacientes no tienen ningún problema en la estructura de su aparato digestivo, tienen por lo menos cuatro años de haber vivido así, entre dolores, inflamación, diarrea, estreñimiento y otros malestares y han recurrido a más de cinco médicos, entre psiquiatras, nutriólogos, cirujanos, gastroenterólogos y médicos generales, para tratar de solucionar algo funcional”, concluye Urbina de la Vega.
Fuente: Felipe Urbina