Escuchar que un adulto de más de 40 años tiene diabetes tipo 2 (DT2) ya es poco extraordinario; pero saber que niños y niñas, apenas pasando la primera década de vida ya la padecen, resulta casi inconcebible, sobre todo para sus familiares.
La DT2 se ha vuelto cada vez más joven y, según expertos, en poco tiempo se convertirá en un problema de salud pública; sin embargo, empezar desde casa a hacer algo contra la obesidad infantil, aliada importante de este tipo de diabetes, es una buena manera de frenar la enfermedad.
En México, por cada niño desnutrido existen hasta cinco obesos, asegura Carlos Robles Valdés, endocrinólogo del Instituto Nacional de Pediatría (INP).
“La mayoría de estos niños (con DT2) sufre sobrepeso en el momento del diagnóstico y, la mayoría, pertenece a familias cuyos miembros también sufren sobrepeso y están en riesgo de desarrollar DT2. Por lo tanto, recomendar la modificación del estilo de vida podría servir para involucrar a toda la familia”, señala en la revista Diabetes Voice, Gyula Soltész, catedrático de pediatría y endocrinología en la Universidad de Pécs, en Hungría.
El panorama común es que una persona que inicia con diabetes después de los 40 años y que no controla sus niveles de azúcar en sangre, empiece a desarrollar complicaciones en riñón, ojos, corazón o pies, entre diez o 20 años después de que recibe su diagnóstico; pero si esto se traslada a que un niño presente la diabetes a los 15 años, sus complicaciones aparecerán en la edad económicamente activa, explica Luz Elena Bravo, endocrinóloga del Centro Médico Nacional La Raza.
Niños y jóvenes que reciben el diagnóstico, incluso desde los 8 años, suelen llegar a consulta por problemas de obesidad.
“En el examen de rutina encontramos que tienen la presión alta y sus cifras de glucosa están por arriba de lo normal; a lo mejor no tienen síntomas, pero ya son diabéticos, porque andan con 130 o 160 mg/dl (lo normal es 110 miligramos por decilitro); los que tienen síntomas presentan un nivel de glucosa de 180 mg/dl en ayunas”, explica Robles Valdés.
“A pesar de la mayor levedad de sus síntomas, la DT2 en niños es una afección grave. En comparación con sus semejantes con diabetes tipo 1 (DT1), los jóvenes con DT2 corren un mayor riesgo de hipertensión, dislipidemia, enfermedades cardiovasculares y síndrome de ovario poliquístico”, advierte Soltész.
Comida y movimiento
La fórmula base del estilo de vida actual es más comida y menos movimiento, afirma Martin Silink, presidente de la Federación Internacional de Diabetes (FID), en un artículo de Diabetes Voice.
Para prevenir la diabetes o controlarla una vez que se tiene, la ecuación debe ser a la inversa: más movimiento y menos comida.
“A pesar de la hambruna y de la falta de alimentos que afecta a 800 millones de personas en el mundo, para el resto de la población la comida nunca estuvo tan disponible”, escribe el presidente de la federación, que agrupa alrededor de 200 asociaciones de 160 países, las cuales trabajan con pacientes diabéticos.
Las familias mexicanas gastan 30 por ciento de su ingreso total en comida, señala Robles Valdés.
“Quizá eso es lo necesario, pero el problema es que el dinero va a parar en calorías huecas que, sin actividad, se transforman en grasa corporal”, dice el endocrinólogo del INP.
“Los alimentos son cada vez más densos en calorías, con un contenido mayor de grasas y sal, aunque llenan menos. Se les añaden potenciadores del sabor para aumentar el apetito. Incluso su textura está diseñada para atraer al paladar y su presentación es visualmente atractiva”, agrega el presidente de la FID.
Otro problema es que el agua ha dejado de ser la bebida con la que se busca calmar la sed, se prefiere recurrir a bebidas dulces con alto contenido energético que estimulan más el apetito y la sed.
En el País hay un millón 100 mil puntos de venta de refrescos, 75 por ciento de ellos se expende en “tienditas de abarrotes”; 24 por ciento en escuelas y restaurantes, y 1 por ciento en supermercados, indica Robles Valdés.
Y con la urbanización de las sociedades, dice Silink, la actividad física ya no es parte de la vida diaria de las personas.
Ciudades con millones de habitantes y tráfico incitan a quedarse en casa a ver televisión o a estar más horas en el sitio de trabajo frente a una computadora.
“Los niños necesitan que los lleven en coche a la escuela o tienen que utilizar el transporte público. Los deberes en casa y las ambiciones académicas contribuyen a que pasen muchas horas sentados. Los parques infantiles han desaparecido en muchas áreas”, ejemplifica Silink.
Este panorama, sumado a la incredulidad de muchas familias sobre el papel determinante del estilo de vida en la salud, han sido campo fértil para el aumento de la DT2 en las últimas dos décadas, coinciden los expertos.
Tratamiento
Los profesionales de la salud, con base en la experiencia médica, saben perfectamente cómo tratar la diabetes tipo 1: además de una dieta balanceada y actividad física, administrar insulina es un factor imprescindible para los pacientes.
En el caso de la DT2 en niños y jóvenes, el panorama es diferente. Por ahora se les trata como a los adultos que la padecen, comenta Bravo.
“Al principio llevar una buena dieta y una rutina de ejercicios pueden ser suficientes para mantener el control, pero más adelante pueden requerir medicamentos hipoglucemiantes orales (que ayudan a bajar el nivel de glucosa en la sangre), o en el caso de las descompensaciones o de una diabetes mal controlada sí se tiene que recurrir a la insulina”, explica la endocrinóloga del IMSS.
La eficacia del cambio de hábitos está probada; sin embargo, el uso de medicamentos hipoglucemiantes e insulina en menores con DT2 aún genera polémica.
“Algunos están en contra de que los medicamentos que se usan en adultos se prescriban a niños y hay médicos que sí los manejan; otros tampoco aprueban que se use insulina en ellos, bajo el argumento de que tienen su propia insulina y consideran que si se les aumenta pueden seguir subiendo de peso y otros están conscientes de que hay momentos y casos específicos que sí ameritan su uso”, explica Bravo.
Pero si un niño o joven presentan cetoacidosis diabética (complicación severa provocada por altísimos niveles de glucosa en la sangre), requiere de tratamiento inmediato con insulina para evitar caer en coma o morir.
“Ellos sí requieren insulina al principio y según su evolución continua o se suspende”, aclara.
Fuente: Georgina Montalvo