Tiene una mala fama que hace triste honor a la realidad. Aunque el cáncer de páncreas no es de los más frecuentes, las estadísticas indican que la tasa de supervivencia apenas alcanza el 10% (en el caso del de mama, por ejemplo, supera el 50%). Ahora, un importante trabajo publicado en las páginas de la revista Science, acaba de apuntar una nueva clave que permite comprender el porqué de esta merecida mala prensa.
La clave podría estar en el tipo de vasculatura de este cáncer (que afecta cada año a unos 4,000 españoles). Imagine que el tumor es un enmarañado ovillo de vasos sanguíneos, a través de los cuales las células tumorales reciben el oxígeno y los nutrientes que necesitan para reproducirse. Pero también los fármacos que deben llegar hasta ellas para eliminarlas.
Según el trabajo dirigido por Kenneth P. Olive, de la organización Cancer Research, con sede en Cambridge (Reino Unido), en el caso del cáncer de páncreas, estas vías de abastecimiento están configuradas de tal manera que no permiten que la quimioterapia llegue hasta las células malignas, como si en lugar de tubos bien estructurados fuesen apenas unos hilillos débiles y fragmentados. Esto hace que en muchos casos la vida del fármaco (la gemcitabina es el más frecuente) por el organismo se ‘apague’ antes de haber podido alcanzar su objetivo.
Para tratar de remediarlo, el equipo formado por científicos de Reino Unido, EEUU, Australia y China, decidió combinar la quimioterapia con otro compuesto dirigido a incrementar y reforzar los vasos sanguíneos del tumor. Esta sustancia inhibe una vía de señalización bien conocida por los investigadores que se denomina Hedgehog (literalmente, ‘erizo’), capaz de desencadenar una serie de eventos intracelulares que provocan la proliferación de las células.
Fuente: elmundo.es