Las situaciones dolorosas que vivimos, y que nos han acompañado durante años, pueden cicatrizar a través de un trabajo terapéutico y, cuando esto pasa, los recuerdos dejar de doler y la sanación emocional ocurre.
Con ese enfoque, el libro Las cicatrices no duelen, aborda cómo la terapia EMDR (Reprocesamiento y Desensibilización a través del Movimiento Ocular, por sus siglas en inglés), desarrollada en Estados Unidos en los años 80, ofrece sanación para patologías como el estrés postraumático, el trastorno bipolar, el obsesivo-compulsivo, la depresión, la ansiedad, entre otros.
Lo que incluye EMDR es un tipo de trabajo específico con recuerdos, en que la persona tienen que estar en contacto con ese recuerdo, en lugar de evitarlo. Nos quedamos ahí, un tiempo, hasta que ese recuerdo pierde fuerza.
Se usa un método que se descubrió por casualidad: el movimiento ocular para desbloquear el recuerdo. Entonces la persona contacta con el recuerdo, hace estos movimientos oculares, y la persona va integrando ese recuerdo con otras cosas, lo asocia con otros temas, con otras memorias, y simplemente van cambiando las sensaciones, y el recuerdo también pierde fuerza”.
Por supuesto, se aclara, es importante reconocer los dolores emocionales, cuánto nos dolió y lo importante que fue.
Pero igual que una herida física, cuando la herida está abierta, cuando sangra o se infecta, claro que nos da problemas, pero cuando las heridas cicatrizan, pudo haber sido una herida muy grande pero la cicatriz lo que nos va a señalar es que ahí hubo algo que fue importante, y lo vamos a tener en cuenta.
Con las cicatrices ya no hay dolor, sólo hay dolor en las heridas.
A veces la gente se resigna a sufrir o se resigna a funcionar de una manera que no les beneficia o se resigna a mantener determinadas cosas porque creen que no hay otra opción, y el libro cuenta, con pruebas y con historias reales los distintos caminos para salir de problemas, siempre muy relacionados con encontrar la raíz de sus problemas”.
¿Qué es y cómo funciona la terapia EMDR?
Es un desarrollo de las últimas décadas. Pero no es de las más antiguas, como las psicoterapias clásicas, el psicoanálisis, la cognitivo conductual, que son las más conocidas.
Hay toda una corriente, de la que forma parte EMDR, de terapias de trauma, que están basadas en el trabajo con experiencias vividas que están ahí produciendo todavía sintomatología.
Lo que incluye EMDR es un tipo de trabajo específico con recuerdos y, por ejemplo, otra terapia de este estilo es la terapia de exposición. En las dos terapias, al final el recuerdo ya no va a ser perturbador para la persona, pero trabajan con distintos mecanismos. En la de EMDR son muy importante los movimientos oculares dentro del procedimiento.
Lo que nos van diciendo los estudios es que con el movimiento ocular se produce un efecto de activación del sistema nervioso autónomo. Hay una rama del sistema autónomo, el nervio parasimpático, que se ha visto que sistemáticamente con el movimiento ocular se activa, produce una respuesta de relajación, y se sabe que se producen más conexiones.
En el cerebro hay un área en la corteza, que con EMDR y no con otras terapias aparece activada después de haber hecho la terapia, y es una que tiene que ver con múltiples asociaciones. También se ha visto en estudios con animales que la amígdala, que es un núcleo del interior del cerebro, que tiene que ver con el miedo y las emociones negativas baja su nivel de activación con los movimientos oculares.
Fuente: Anabel González