Aunque varias celebridades han dado a conocer que tras el parto han consumido su placenta, no hay evidencia científica de que esta práctica sea benéfica y, en cambio, puede ser riesgosa.
Entre los beneficios que se le atribuyen –sin que haya evidencia científica que lo avale– están la prevención de la depresión, reducción del dolor y la hemorragia posterior al nacimiento, aumento de la producción de la leche matera y mejora de la vinculación madre-hijo.
Sin embargo, especialistas indican que en realidad todas estas creencias han sido de carácter más anecdótico que científico o comprobado.
La gran mayoría de los estudios (que se han hecho) reportaban que no había un gran impacto o beneficio en cuanto a la supuesta ayuda de la depresión postparto o para la anemia, por ejemplo.
Lo que también reportan es que al ser la placenta un órgano que se encarga de desintoxicar las sustancias “dañinas” para el bebé, éstas, así como metales pesados, se quedan alojados en la placenta y pueden provocar algún problema como cualquier tejido sin ningún otro proceso.
Existen casos registrados de infecciones y, desafortunadamente, muerte de algún recién nacido que se infectó a través de una infección de su mamá por haber ingerido la placenta también.
Se detalla que el proceso de preparación de la placenta es, en otros países, un proceso minucioso de higiene y desintoxicación.
Finalmente, en México, esta práctica no está avalada por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Fuente: José Octavio Zavala