Las mujeres que aumentan su índice de masa corporal entre su primer y segundo embarazo tienen más riesgo de sufrir complicaciones obstétricas y perinatales (como diabetes gestacional o parto prematuro), incluso si no tienen sobrepeso o son obesas. Estas conclusiones se derivan de un estudio realizado en Suecia y publicado en la revista ‘The Lancet’.
La obesidad materna está asociada a complicaciones durante el embarazo, incluyendo la diabetes gestacional, la preeclampsia, la macrosomía (tamaño grande del feto), la necesidad de cesárea y el parto prematuro. Pero hasta qué punto es la obesidad la causante de estos problemas, o si es que las mujeres con exceso de peso tienen otras enfermedades que son causantes de los problemas fetales es un tema que aún no se había resuelto.
Una forma de aclarar si existe una relación biológica o anatómica entre la obesidad y las complicaciones maternas y perinatales es comprobar si las mujeres que ganan peso entre el primer y el segundo embarazo tiene más riesgo de tener complicaciones que las que no lo hacen.
Los doctores Eduardo Villamor, del Departamento de Nutrición de la Universidad de Harvard, Boston, y Sven Cnattinguis, del Departamento de Epidemiología del Instituto Karolinska de Estocolmo, han publicado un estudio diseñado en estos términos. En él se incluyeron datos de un registro de mujeres que habían dado a luz entre 1992 y 2001 en Estocolmo al menos dos veces y de las que se conocía el peso y la talla. En total se disponía de información acerca de 151.080 parturientas.
En general las mujeres ganaron 0.7 unidades de índice de masa corporal (IMC) en el intervalo de tiempo que va entre los dos embarazos, que generalmente fue de 24 meses. Las mujeres de más edad, con mejor nivel educativo y de origen nórdico tuvieron menos tendencia a aumentar de peso. Por el contrario, las que fumaban en el primer embarazo, tardaban más en volver a quedarse embarazadas y tenían complicaciones durante esta primera gestación eran las que más peso ganaban.
Se calculó el cambio de IMC para cada mujer entre los dos embarazos y se dividió a las mujeres en función de la magnitud de dicho cambio: las que perdían una unidad o más, las que perdían menos de una unidad o ganaban menos de una unidad, las que ganaban una o dos unidades, de dos a tres o más de tres. Se calculó el riesgo de complicaciones en el embarazo y el parto en función de los cambios de peso.
Datos contundentes
Las mujeres que aumentaban su índice de masa corporal tenían más riesgo de complicaciones, y además se vio que esta relación era ‘dosis dependiente’, es decir, que cuanto más peso se ganaba más riesgo se tenía. Así una mujer que aumente tres unidades en su IMC (es decir que pese 8 kilos más en el segundo embarazo, si mide 1.65 cm) tiene un 78% más de riesgo de tener preeclampsia, un 76% más posibilidades de tener hipertensión durante el embarazo, el doble de riesgo de diabetes, un 32% más de acabar en cesárea. Y además tiene el 63% más de riesgo de tener un parto prematuro y un 87% de parir niños demasiado grandes para la edad gestacional.
Fuente: elmundo.es