Aunque cada vez es menos recomendable, a la playa suele irse a tomar el sol. O a tumbarse como una morsa sobre la arena. Ojo, no que esto sea malo, lo que ocurre es que es un buen sitio para dedicarle algo de tiempo a lo nuestro: darle algo de marcha al cuerpo.
El agua marina es un recurso medicinal de primera división. Tiene no menos de 75 elementos, algunos de importancia capital como yodo, sodio, calcio, zinc y potasio. Sus beneficios abarcan desde asuntos cutáneos, como la soriasis, hasta respiratorios, como afecciones bronquiales y sinusitis, sin olvidar los problemas circulatorios, articulares y de tiroides, entre otros.
Todo ello nos lo regala la playa simplemente con estar allí; con llegar y tumbarse a la bartola. Si encima nos movemos un poco, nuestro cuerpo actuará como una esponja absorbiendo a tope tan recomendables elementos.
Recomendaciones
Lo primero, mucho cuidado con el sol. Imposible estar en la playa sin protegernos nuestra piel. Por muy morenos que estéis, por favor, poneos una crema. Más del 90% de los casos de cáncer que aparecen son por culpa de los rayos solares. Los expertos aseguran que hay que aplicarse, como mínimo, crema con factor protector del 30 en adelante cada par de horas y al salir del agua.
Hay que hacer deporte con camiseta, gorra y gafas de sol, que no sólo protegen de los rayos solares, también del viento y de las pequeñas partículas que lleva éste en suspensión y pueden erosionarnos el globo ocular. Los mejores momentos para hacer ejercicio físico en la playa son a primera hora de la mañana, hasta las 10.30 horas, y al atardecer, a partir de las 19.00 horas.
Fuente: elmundo.es