¿Cuántas veces te ha sucedido que estás a punto de levantarte de la cama, pero un dolor intenso en el área del cuello te impide moverte? Este escenario es frecuente y puede ser el resultado de una tortícolis.
La tortícolis o contractura muscular del músculo esternocleidomastoideo se puede presentar como consecuencia de una mala postura, infecciones, tumores o accidentes automovilísticos.
Lo ideal es que quienes sufren de dolor en el cuello acudan con el médico y eviten la autoprescripción, pues si la tortícolis es causada por tumores puede derivar en una condición más seria.
“Cuando la causa se debe a la aparición de un tumor es necesario que el médico le realice al paciente radiografías para descartar una lesión más grave”, advierte el traumatólogo Francisco Martínez.
El médico destaca que la tortícolis nunca debe ir acompañada de pérdida de fuerza en los brazos, alteraciones de la visión o fiebre. “Existen dos tipos de tortícolis: la genética y la adquirida. La primera sucede cuando se nace con el cuello desviado porque hubo algún problema en el desarrollo del músculo esternocleidomastoideo”, explica Martínez.
Cuando este problema es genético se debe recibir tratamiento inmediato. A más tardar antes de los seis meses de edad, para evitar consecuencias en el desarrollo del menor.
“El pequeño debe recibir bótox en el músculo, además de que debe ser sometido a una terapia de rehabilitación. Si el problema es complicado la opción es operarlo y ponerle un collarín”.
Indica que las personas con tortícolis adquirida deben estar en reposo absoluto por unos días, además de que deben usar collarín y tomar antiinflamatorios.
Aléjala
Para no sufrir de tortícolis evita:
• Dormir boca abajo
• Torcer el cuello cuando hablas por teléfono
• Cargar a tus hijos en los hombros.
• Sentarte incorrectamente
• Dejar de usar el cinturón de seguridad cuando manejas
Fuente: Francisco Martínez