Tubos de escape, chimeneas industriales, aerosoles… Todos ellos vertiendo a la atmósfera millones de partículas dañinas para la salud. La revista American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine publica en su último número dos trabajos, acompañados de un editorial, que analizan el efecto de la contaminación sobre el corazón y los pulmones de los menores de 25 años.
En el primero de ellos, un equipo de investigadores ha comprobado que la exposición a la polución altera los indicadores del riesgo cardiovascular en los jóvenes. El estudio, realizado en Taiwán, examinó los efectos de la contaminación sobre la inflamación, el estrés oxidativo, la coagulación y el sistema nervioso autónomo de 76 jóvenes de 18 a 25 años y no fumadores.
A medida que aumentaba la exposición a los agentes comunes de polución, el riesgo cardiovascular crecía ya que sus indicadores (inflamación, etc.) se alteraban. Las partículas materiales, el nitrato y, en especial, el sulfato y el ozono, incrementaban la presencia en la sangre de moléculas como el fibrinógeno, implicado en la coagulación, o el 8-OHdG, marcador del estrés oxidativo.
Los compuestos más dañinos resultaron ser el sulfato y el ozono, que son principalmente contaminantes secundarios, es decir, que se forman por la degradación de los emitidos en primer lugar. Para los autores, este hecho invita a que las políticas para controlar la limpieza del aire se centren no solo en las fuentes que vierten estas moléculas a la atmósfera sino también en las de sus predecesoras “para maximizar los beneficios sobre la reducción de los riesgos para la salud”.
Efectos sobre el sistema respiratorio
El siguiente trabajo se desarrolló en México DF, una de las ciudades más contaminadas del planeta. Durante tres años, científicos de varias universidades del país examinaron el crecimiento y el estado de los pulmones de más de 3,000 niños de ocho años.
Los resultados revelaron “deficiencias importantes en el desarrollo pulmonar de los niños expuestos durante largo tiempo a la polución”, en concreto, al ozono, el dióxido de nitrógeno y las partículas materiales con un diámetro menor de 10 micrómetros.
“Aunque no podemos identificar las fuentes específicas [de los contaminantes], el efecto parece deberse al humo de los vehículos“, explican los autores, que concluyen que “existe una clara necesidad de establecer medidas restrictivas respecto a la contaminación”, en la capital mexicana.
Fuente: elmundo.es