Cada vez con más frecuencia los expertos están sonando la alarma con respecto a una epidemia que actualmente amenaza la salud de la mayoría de las personas adultas: una amenaza médica que aumenta al doble el riesgo de sufrir una enfermedad cardiaca y contribuye a una impresionante cuarto de millón de muertes al año.
Lo que es más, debilita los músculos, dificulta la respiración y crea cuerpos “disfuncionales”, envejeciéndonos de manera prematura. ¿Qué es esa cosa que podría ser tan destructiva para tantas personas? Nada o, más precisamente, el no hacer nada: deslizarse del escritorio al auto y de éste al sofá, moviéndonos apenas para llegar al elevador o al teléfono.
A pesar del supuesto furor por la buena condición física, la vida es demasiado fácil para una cantidad cada vez mayor de nosotros, resultando en lo que los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades llaman una “epidemia de inactividad”.
¿Y qué es lo que debemos hacer para evitar la enfermedad incapacitante crónica? Se sorprenderá de lo sencillo que es el remedio: “Acumula 30 minutos o más de actividad física de intensidad moderada la mayoría de los días“.
Eso no significa gimnasios, sudar y aparatos raros. Significa algo tan fácil como llevar a caminar al perro o podar el césped.
Pero para muchos de nosotros, eso no es tan fácil como parece porque nuestros cuerpos se han vuelto muy “desentonados”.
Tenemos que darnos cuenta que estamos atrapados en un círculo vicioso, de acuerdo con Pete Egoscue, co-autor de “The Egoscue Method of Health Through Motion” (El método Egoscue de salud a través del movimiento) y director de la Clínica T.H.E. (siglas en inglés de Terapia, Salud, Educación) en San Diego.
La arquitectura de nuestro cuerpo naturalmente recto y simétrico necesita un “requerimiento mínimo diario” de movimiento para mantenerlo funcionando como fue diseñado para que lo hiciera.
En las épocas en que no había tanta alta tecnología, este mínimo con frecuencia se cumplía conforme realizábamos nuestras actividades rutinarias.
Pero la “escasez de movimiento” de la actualidad nos ha dado lo que Egoscue llama “cuerpos disfuncionales”: Han perdido su alineación natural y se sienten rígidos, desproporcionados o hasta dolorosos cuando nos sentamos, paramos o caminamos, ni qué decir de algo tan demandante como un paseo de media hora.
Si no estás convencida de que esta idea de disfunción se aplica a ti, empieza con un honesto vistazo al espejo. ¿Tu postura te hace pensar en un “viejo”?
No obstante, si reeducamos el funcionamiento básico del cuerpo dale el tipo de apoyo fundamental para la postura que perdiste en el camino empezaremos a sentarnos, pararnos y movernos mejor. Y si empezamos a encontrar más placer en el movimiento, dice Egoscue, querremos movernos más. En lugar de estar atrapados en un círculo vicioso, una cosa buena llevará a otra.
Compruébalo por ti misma. Empieza a moverte para deshacer los efectos acumulados del estar sentado inmóvil.
Fuente: Pete Egoscue