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Aborda tu sexualidad con un enfoque natural

Nuestra sociedad nos enseña a considerar a la sexualidad de una forma estrecha y trivial -como un funcionamiento del cuerpo físico bruto, en lugar de una energía transformadora que nos conecta con energías mayores.

Nuestra sociedad nos enseña a considerar a la sexualidad de una forma estrecha y trivial -como un funcionamiento del cuerpo físico bruto, en lugar de una energía transformadora que nos conecta con energías mayores.

Durante la mayor parte de la historia occidental, las actitudes hacia el sexo han variado entre los extremos de represión/mojigatería y hedonismo (el placer por el placer)/libertinaje: ambos promueven un cierto desdén hacia el cuerpo.

Desde la perspectiva mojigata, la única función legítima del sexo es la procreación y los deseos de la carne están moralmente “manchados”.

Desde la perspectiva hedonista, el sexo es una forma de diversión, y el cuerpo no es más que un juguete.

Como ambos puntos de vista no reconocen al cuerpo como un recipiente sagrado, nos impiden apreciar al sexo como una actividad sagrada. Por lo tanto el sexo y la santidad han sido divididos y separados durante miles de años en nuestra cultura.

Incluso el advenimiento de las modernas teorías del sexo no han ayudado a la mentalidad accidental a superar su característica separación del cuerpo.

La opinión de Sigmund Freud, el iniciador del psicoanálisis, sobre el propósito de la actividad sexual sigue siendo primitiva: “para disminuir la tensión sexual y satisfacer temporalmente el deseo sexual (gratificación comparada a la satisfacción del hambre)”.

Aunque los manuales de sexualidad moderna finalmente llevaron la discusión de las prácticas sexuales a la luz, su énfasis en estrategias, técnicas y objetivos prescritos también fomentan que la mente mantenga un control sobre la sexualidad.

Estos manuales han promovido la imagen de un “desempeño ideal” del “acto sexual”, con el cual las parejas pueden “retarse” para ver si “lo están haciendo bien”.

El clímax de la actuación es, por supuesto, el orgasmo, considerado según las palabras de un popular manual sexual como “el objetivo, la cumbre, el final del acto sexual”.

Sin embargo esta tiranía del orgasmo vuelve al sexo un esfuerzo, creando lo que los educadores sexuales Masters y Johnson distinguieron como la causa más común de disfunción sexual en los tiempos modernos: La presión de la actuación.

El intento de convertir al sexo en un procedimiento consistente de técnica estratégicas, es como confundir la musicología -el análisis de la estructura musical- con la música misma.

Nosotros podemos tener un saludable disfrute del sexo, como la música, solamente al sumergirnos en el flujo de su energía, dejándonos ir y viendo a dónde nos lleva.

Si queremos mantener fresca nuestra relación amorosa, necesitamos hacer a un lado nuestras expectativas e ideas preconcebidas, para que podamos ser más sensibles a las cambiantes energías y sentimientos que surgen en cada momento de intercambio con nuestra pareja.

Cuando hacemos el amor, nuestros cuerpos sutiles se penetran entre sí en una forma que va más allá de nuestro intercambio al nivel puramente carnal.

Solamente los seres humanos hacen el amor a través del sexo porque solamente los seres humanos yacen y permanecen frente a frente, con las partes más suaves de sus cuerpos totalmente expuestas y en contacto.

Por lo menos dos centros principales de sentimientos están localizadas en la sección media de nuestro suave frente: El centro bajo, alrededor del ombligo: la casa de nuestros “sentimientos viscerales” -donde experimentamos la resonancia erótica con otra persona. Los chinos y japoneses consideran esta área (el “tan tien” o “hara”) como el centro de la gravedad del cuerpo y la base del poder.

El centro superior es el área alrededor del corazón, donde percibimos sentimientos más delicados de apertura y entrega.

El intercambio emocional también se efectúa a través de los ojos y la boca. Mientras otros primates copulan rápidamente y por atrás, solamente los humanos intercambian el “Chi” -la energía de su vitalidad- al hacer el amor frente a frente, vientre a vientre, corazón a corazón.

Por lo tanto, los cuerpos físicos de dos amantes son como instrumentos musicales -son el medio a través del cual las diferentes energías vitales tejen una armonía y contrapuntos naturales.

Igual que s posible tomar un instrumento musical y hacer una selección de ruidos al azar en vez de música, así dos personas pueden tener un intercambio sexual sin ser musicales o, en este caso, íntimos.

Si no hay un intercambio de energía vital, terminarán sintiéndose vacíos, ya que han usado sus cuerpos para crear ruido, en vez de una canción.

Como la música, el sexo, puede ser utilizado con propósitos utilitarios, para entretenimiento, o como un relleno de fondo, sin significado.

Sin embargo, es más poderoso cuando despierta en nosotros las ricas texturas vitales y los profundos sentimientos humanos.

La expresión sexual y musical provienen del mismo lugar: De la energía que fluye del cuerpo espiritual, que al animar y darle forma a la materia bruta, es la fuente de toda creatividad.

Fuente: Journey of the Heart: Intimate Relationships and the Path of Love, John Welwood.

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