¿Alguna vez has escrito una carta de gratitud para tu papá, un profesor, una amiga, un hijo o tu pareja y se la has leído en voz alta? Olvídate de pensar en un regalo material para esta Navidad.
Piensa en si le agradeciste lo suficiente a alguien el apoyo que te dio o los detalles de bondad que tuvo contigo, la educación y la formación que te proporcionó, lo generosa que fue en algún momento en que lo necesitaste o cualquier otra cosa que sientas que es motivo de tu agradecimiento.
Hace apenas algunos años, tanto médicos como científicos no daban el menor crédito al impacto que las emociones positivas tienen en nuestro bienestar.
Dentro de esas emociones hay una muy especial y muy efectiva que sólo requiere de nuestra atención. Darle los reflectores, cultivarla, de inmediato nos trae al presente, transforma nuestro mal humor y, como una lupa, amplifica todo lo bueno y bello que la vida nos ofrece. Sí, me refiero a la gratitud.
¿Buscas tener una mejor calidad de vida, vivir más pleno y feliz o hacer más feliz a tu pareja? Agradece. Así de fácil. Sin embargo, hay otra forma más rápida y efectiva de lograrlo. ¿Te preguntas cuál es?
Sabemos que la gratitud es una de esas emociones que beneficia a quien la da y a quien la recibe. Por ejemplo, escribir la carta de gratitud que comentaba, proporciona siempre al que la escribe gran satisfacción, de acuerdo con el profesor Chris Peterson, de la Universidad de Michigan.
Y ni qué decir de quien la recibe, porque si hay algo que toca las fibras más profundas del ser humano son la gratitud y el reconocimiento.
Ahora bien, los estudios muestran que si haces una visita de gratitud a ese “alguien” especial para leerle la carta en voz alta, los niveles de felicidad se elevan, mientras las emociones negativas disminuyen para ambos durante al menos un mes.
De hecho, hacer una “visita de gratitud” es el ejercicio más efectivo que la psicología positiva tiene.
Fuente: Gaby Vargas