”El hueco no va a desaparecer de un día para otro, pero sí lo podemos mandar de vacaciones sin boleto de regreso”
Se siente como un hueco que a veces no se rebela de forma clara. ¿En dónde? No sé bien a bien. Quizá en el corazón, en el estómago o en esa zona profunda del pecho donde quizá anide el alma. El caso es que ese vacío pide que lo llenemos de alguna manera, aunque sea temporalmente con una cubeta de palomitas.
Hay muchas formas con las que cada cual buscamos llenar esa insatisfacción. Con ejercicio, compras compulsivas, trabajo, algún vicio, espiritualidad o con lo que contenga el refrigerador.
Sí, a veces utilizamos la comida para curar nuestros problemas emocionales. Por ejemplo: una tarde de gritos de niños nos manda directo a la despensa. Un mal día en el trabajo o con la pareja nos lleva a meter el dedo hasta el fondo del medio litro de helado. Lo irónico es que, en realidad, sabemos que compensar estas emociones con comida es tan útil como ponerle un curita a una persona con pulmonía.
Así comienza el círculo vicioso:
Anhelas algo…
Cuando no lo encuentras, comes para sentirte bien…
Pero te sientes pésimo porque engordaste…
Entonces te dices que no mereces estar delgada/o, porque no puedes adelgazar…
Entonces tu autoestima baja hasta el sótano dos, porque no has podido sobreponerte a los obstáculos…
Entonces, para aliviar tu frustración, te autorecetas comida…
Y así nos vamos.
¿Y la teoría qué dice sobre por qué tanta gente le hace esto a su cuerpo? El doctor Michael Roizen, en You on a Diet, dice que tener sobrepeso es un asunto de autoestima, de ese miedo petrificante a no sentir que merecemos estar delgados. Agrega que este proceso es muy cómodo, porque el sobrepeso sirve, literal y metafóricamente, como una capa de protección que te impide lidiar con la realidad.
Si constantemente tienes excusas para vivir así, no te sientes obligada/o a jugar el juego de la vida, y te dices a ti misma/o: “Si sólo pudiera bajar de peso…”, “Si sólo me pudiera poner ese bikini…”, “Si sólo pudiera ir de excursión con mi familia sin asfixiarme…”. Mucha gente puede afirmar que estar con sobrepeso es una forma de fracaso, pero la verdad es que, para muchos, estar así es una manera de evadir el fracaso.
Entonces, ¿qué hacer? En primer lugar, entender que el hueco no va a desaparecer de un día para otro, pero sí lo podemos mandar de vacaciones sin boleto de regreso. Darnos cuenta de cómo podemos usar la comida como analgésico psicológico es parte de la solución. Lo importante es estar consciente de que este círculo vicioso puede convertirse en un huracán que arruine nuestra vida y nuestras relaciones.
Comienza con la prueba de preguntarte: ¿Por qué? ¿Por qué lo hacemos?
El hecho es que lo sabes. Sabes que tienes que bajar de peso. Lo sabes por cómo te ves, cómo te sientes y porque tu ropa te aprieta. Pero para hacer un cambio (un verdadero cambio, dice Roizen), no sólo debes darte cuenta de qué has hecho con tu figura. También es importante saber por qué has abusado de tu cuerpo psicológica y físicamente. La prueba debes planteártela más o menos así:
¿Por qué quieres bajar de peso? Porque quiero entrar otra vez en mis jeans. ¿Por qué quieres entrar en tus jeans? Porque quiero sentir más confianza en mí misma/o. ¿Por qué quieres sentir más confianza en ti misma/o? Porque me siento mejor al conocer gente. ¿Por qué quieres conocer gente? Porque me acabo de divorciar y espero empezar pronto una nueva relación. ¿Por qué quieres empezar una nueva relación? Porque me siento sola/o…
Cuando puedes ligar la primera pregunta con la última, ya tienes la respuesta. Y este es el primer paso para eliminar ese hueco incómodo que, con frecuencia, no sabemos cómo llenar. ¡Ánimo!
Fuente: Gaby Vargas
