Quien ejerce chantaje emocional controla a su víctima como un titiritero a su títere, sólo que en lugar de usar cuerdas, logra manipularla, para que ceda a sus deseos, a través de amenazas como hacerse algún tipo de daño si no hace lo que le pide.
“Muchas de las personas que nos chantajean emocionalmente son amigos, colegas y miembros de la familia, con quienes tenemos vínculos estrechos que deseamos preservar y fortalecer”, asegura Susan Forward, en su libro Chantaje emocional.
La terapeuta indica que se trata de una forma de manipulación poderosa, en la cual personas cercanas y afectivas amenazan, directa o indirectamente, con castigar de alguna manera, a quien es sujeto de sus chantajes, si no hace lo que ellos quieren.
“Brindan afecto y estima cuando se les da lo que ellos piden, pero terminan amenazando para lograr lo que quieren o haciendo sentir culpables cuando no se hace su voluntad”, aclara.
Indica que el chantajista sabe cuánto valora la víctima la relación que lo une a él, conoce sus puntos débiles y está enterado de sus secretos más profundos; y a pesar de su cariño o amor, cuando teme no obtener lo que necesita, utiliza este conocimiento para formular las amenazas con las que logrará su objetivo.
Su principal herramienta consiste en infundir en su víctima sentimientos de miedo, obligación y culpa, precisa.
Señala que el chantaje provoca fricciones que figuran entre las causas más comunes de conflictos en casi todo tipo de relación.
“Sin embargo, rara vez es identificado o entendido porque se disimula bajo el título de fallas de comunicación, pero en realidad se trata de que una persona quiere imponer su voluntad a expensas de la otra”.
María Enriqueta Gómez Fonseca, directora del Instituto de la Familia, comenta que detectar el chantaje es muy difícil, pues, a diferencia de quienes controlan conductas, éstos manipulan emociones. “Es como caer en una trampa“, alerta.
Daños
Forward indica que el chantaje priva de uno de los valores más preciados: la integridad. Además, causa frustración, confusión, desorientación, resentimiento y dolor.
Daña la salud mental por su impacto negativo en la autoestima y la física, sobre todo si la persona cruza los límites físicos para complacer al chantajista, puntualiza.
Indica que siempre se necesitan dos para el chantaje, pues se trata de una transacción. “La víctima aporta sus puntos vulnerables, basados en resentimientos acumulados, remordimientos, inseguridades, temores e iras interiores.
“El chantaje funciona cuando la persona permite que otros sepan que han encontrado éstos y que sufrirá cada vez que los toquen”.
Quiénes son
Las víctimas pueden ser personas que actúan con competencia, autonomía y eficiencia en muchos aspectos de su vida, pero que, sin embargo, han caído en la trampa del chantaje.
“Parecería que los chantajistas planean cómo obtener lo que desean pero, a veces, ni siquiera se dan cuenta de cómo actúan, además de que no todos tienen el mismo estilo o los mismos rasgos característicos.
“Algunos son pasivos; otros, bastante agresivos; algunos son directos y otros sumamente sutiles; algunos dicen con mucha claridad cuáles serán las consecuencias si los contradicen, y otros, por fin, enfatizan cuánto se les hace sufrir”, indica Forward.
Los chantajistas son personas que utilizan ese comportamiento para obtener una sensación de seguridad y control.
Son individuos devaluados, con baja autoestima, inseguros, miedosos y carencias emocionales, señala Fonseca.
“No están conscientes de sus necesidades, así que no hacen peticiones directas, por eso es difícil negociar con ellos”, indica.
Libérate
Para liberarte del chantaje, Gómez Fonseca recomienda poner límites.
“Además, se debe vencer el miedo a que el otro se enoje o se entristezca.
“No es necesario romper con las relaciones siempre y cuando se cambien los patrones de chantaje por otros sanos”, concluye.
Fuente: Instituto de la Familia