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Parto vaginal favorece los trastornos del suelo pélvico

Dar a luz por parto vaginal supone un riesgo añadido para las mujeres de desarrollar algún trastorno del cuello pélvico, como el prolapso de los órganos de la pelvis, la incontinencia urinaria o la fecal, cuya prevalencia es extremadamente alta en la edad adulta.

Parto vaginal favorece los trastornos del suelo pélvicoDar a luz por parto vaginal supone un riesgo añadido para las mujeres de desarrollar algún trastorno del cuello pélvico, como el prolapso de los órganos de la pelvis, la incontinencia urinaria o la fecal, cuya prevalencia es extremadamente alta en la edad adulta.

Aunque se desconocen con exactitud los mecanismos relacionados con el parto que pueden provocar la alteración del suelo pélvico, se sabe que, junto con la edad y la debilidad de los músculos de la zona, es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de estos trastornos en la mujer.

La revista Obstretics & Gynecology publica un estudio y una revisión que abordan este tema.

“Dada su alta prevalencia, sus efectos deletéreos sobre la calidad de vida y su impacto en el sistema sanitario, los trastornos del suelo pélvico son un tema importante de salud pública sobre el que se debe enfocar la prevención primaria”, explican Divya A. Patel y sus colegas de la Universidad de Michigan en su revisión.

Los datos recogidos por Patel coinciden con los que Emily Lukacz y su equipo obtuvieron en su estudio. Para las mujeres que han tenido un solo hijo, el riesgo de alteración del suelo pélvico es dos veces mayor si se tiene un parto natural que cuando se da a luz mediante cesárea.

La prevalencia de estos trastornos aumenta además con cada nuevo hijo. Mientras que la incontinencia urinaria es 1,9 veces más probable que ocurra tras un primer parto vaginal, el riesgo relativo aumenta hasta 2,3 en el segundo. Lo mismo sucede con la incontinencia fecal, 6,6 más probable tras el tercer alumbramiento comparado con los dos anteriores.

Escasas Alternativas

Pero la única estrategia de prevención que proponen los investigadores, y la única que por el momento parece útil, es practicar más cesáreas. Pero esta intervención quirúrgica tiene unos riesgos añadidos importantes, tanto para la madre como para el feto.

“Practicar o no una cesárea es una decisión delicada que deben tomar el médico y la paciente de forma conjunta dados los riesgos que comporta”, explica Lukacz.

Además, tal y como muestra Patel, sólo una de cada 10 mujeres que se someten a una cesárea obtendría algún beneficio en este sentido —evitaría una alteración del suelo pélvico- mientras que el resto tendría que afrontar las posibles complicaciones.

El término trastornos del suelo pélvico (TSP) abarca patologías de origen diverso. Todas ellas están relacionadas con el parto pero de distinta forma, de modo que cambiar la práctica obstétrica puede tener efectos opuestos sobre las distintas formas de TSP.

Por ejemplo, algunos expertos recomiendan no practicar episiotomías para evitar así un daño potencial sobre el esfínter anal y la consecuente incontinencia fecal. Sin embargo, no tienen en cuenta que esta situación favorece el prolapso de los órganos de la pelvis.

Ambos estudios coinciden en que son necesarias más investigaciones a largo plazo sobre la cuestión que establezcan el riesgo real que suponen los partos vaginales y que permitan desarrollar estrategias de prevención eficaces.

Fuente: elmundo.es

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