Cuando el espectáculo terminó, decenas de escolares se precipitaron sobre el improvisado escenario para tocar a los actores y sacarse fotografías con los integrantes de Payasos Sin Fronteras, que acababan de ofrecerles un raro momento de alegría.
“Fue un momento de alegría y de ensueño para estos niños haitianos que viven en los barrios más peligrosos de la capitalâ€, señaló la hermana Perpétue, directora de la escuela Juan Pablo II, que recibió la visita de la asociación española de payasos.
Gracias a la colaboración española, Payasos Sin Fronteras se encuentra realizando una gira por una veintena de escuelas haitianas para hacer reír y soñar a los niños que viven en un país sumido en la inseguridad y la miseria, ya que más del 76% de los habitantes vive con menos de 2 dólares por día.
Durante dos horas, las clases se detuvieron y todo el mundo se reunió en el patio para asistir al espectáculo.
Con 6 años, Augustine Biamby se ubicó en primera fila, atenta e impaciente. “Es la primera vez que asistiré a un espectáculo de payasosâ€, señaló antes de la llegada de los tres actores, que desató la risa generalizada y los aplausos de los niños.
Bajo un cielo radiante, los escolares se asombraron ante los actos de magia y las acrobacias de los payasos.
Todo los hacía reír: la vestimenta, las acrobacias sobre monociclo, payasadas, música. Pero lo que más les dio curiosidad fue el pañuelo mágico, que pasa de amarillo a rojo.
“¿Eres realmente un mago?â€, preguntó Samantina, de 11 años, a Kike Trotonix, uno de los tres payasos. “Me gustaría hacer como túâ€, agregó impresionada.
“Debes trabajar mucho, repetir, es como en la escuelaâ€, respondió con su rostro pintado el cómico, mientras era literalmente asediado por los niños que se colgaban de su pantalón buscando alcanzar su roja nariz.
El embajador de España en Haití, Paulino González, y los miembros del Programa Alimenticio Mundial (PAM), que brinda el almuerzo caliente para 500 niños por día en la escuela, mostraban su satisfacción.
“Era importante ofrecer este momento de distensión, ya que aquí tenemos cierta tendencia a olvidar a los niñosâ€, señaló el diplomático. En Haití, uno de los países más pobres del continente, “existe un déficit de risas, incluso en los adultosâ€, agregó.
“Es bueno para la salud de los niños. Miren qué contentos estánâ€, subrayó la hermana Alexandra, una religiosa española.
“Es bueno traer algo diferente a los niños de Haitíâ€, concluyó Rapha l Chuinard, un francés que trabaja para el PAM, cuya colaboración permite alimentar cada día a 300,000 escolares haitianos.
Fuente: AFP