Un beso: Ése suele ser el broche de oro tras una declaración de amor, que después se adereza con pasión y cariño, pero al paso del tiempo queda en el olvido, ya sea por hastío o por simple descuido.
“Es algo muy curioso: aunque los besos son de lo primero que ocurre entre las parejas cuando están en proceso de formación, también es lo primero que se pierde, a pesar de que continúan otras formas de acercamiento erótico”, considera Eusebio Rubio, director de la Asociación Mexicana para la Salud Sexual (Amssac).
Por ser un ingrediente indispensable en el proceso de conquista, al principio no se puede dejar de recurrir a ellos: el beso de saludo, el que interrumpe la plática, el que se pide de manera explícita, el de “ya casi me voy”… hasta llegar al de la despedida.
“Sin embargo, conforme la pareja empieza a practicar otro tipo de conocimientos sexuales y eróticos deja de recurrir a lo ya conocido, y se ve totalmente atraída por nuevos contactos, que terminan por opacar a los besos”, considera Eduardo Ramos, también sexólogo de Amssac.
A partir de entonces, los encuentros sexuales regularmente se empiezan a centrar en la “genitalización“.
“Se piensa: ‘Si ya pagamos el hotel, a lo que venimos’; y se olvidan el beso y otras caricias”, agrega Ramos.
Aunque no hay estudios científicos que así lo demuestren, existen hipótesis de por qué los besos se dejan de lado.
“Algunos creen que tiene que ver con la voluntad de exploración: es decir, las parejas pierden la voluntad de seguir explorando; piensan: ‘Ya no tengo nada que descubrir’, pero siguen teniendo intimidad sexual porque es una parte de la vida de pareja”, coincide Rubio.
Usar los labios para saber qué tenemos en frente es una forma de exploración que se tiene desde que se nace.
“Probablemente por eso el beso es algo tan intenso: porque con los labios se explora al otro, y terminan por confluir la forma de exploración más primitiva con una clara demarcación de intimidad”, comenta Rubio.
Incluso con un beso se puede lograr un contacto más intenso que con una relación sexual.
“En la relación sexual, por la excitación, no siempre hay ese descubrimiento de cómo está el otro, de su estado anímico”, dice el director de Amssac.
Para Ramos, en la sociedad mexicana el beso tiene mucho que ver con el sentimiento de amor: existe un impulso amoroso (característica que el Diccionario de la Real Academia Española considera en su definición de la palabra “besar”) que lleva a darlo o a recibirlo.
“Hay quien dice que no besa porque siente que se enamora”, ejemplifica Ramos.
“Algo muy cierto es que las sexoservidoras se reservan el derecho de besar; esto se sabe con frecuencia por relatos de los pacientes y es altamente significativo. Se trata de alguien que tiene voluntad de entrar en contacto erótico porque va a haber un intercambio comercial, pero que sigue siendo una persona con áreas de intimidad, que defiende con el no deseo de besar”, agrega Rubio.
¿Se besan?
Si ahora se da cuenta de que besa cada vez menos a su pareja, no necesariamente significa que se están dejando de querer.
“Lo que es muy pertinente es que los miembros de la pareja se pregunten qué significa el beso para ellos; si descubren que se están dejando de besar, que se cuestionen por qué está pasando eso, y si responden con honestidad, habrá una enorme cantidad de sorpresas”, advierte Rubio.
Entonces aparecen por lo menos dos escenarios: que se han dejado de besar porque están enojados o incómodos por alguna razón, o que simplemente se les olvida juntar de vez en cuando sus labios.
“No es casual que las parejas se dejen de besar, pero tampoco es algo que lleve a decir que ya no funciona la pareja”, concluye Rubio.
Fuente: Asociación Mexicana para la Salud Sexual