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Tenemos que cuidar más nuestra salud mental

Ante el panorama que se vislumbra de meses, o quizás años, de medidas de contingencia por el Covid-19, se sugiere que cada persona haga un trabajo interno para promover su salud mental.

Ante el panorama que se vislumbra de meses, o quizás años, de medidas de contingencia por el Covid-19, se sugiere que cada persona haga un trabajo interno para promover su salud mental.

Varias personas dirán: ‘no me daba cuenta que hacía muchas cosas para alimentar mi ansiedad‘. En la salud mental hay que educarnos y no se trata tan solo de decretar al Universo, va más allá.

Hay que entender que tenemos que cuidar más nuestra salud mental. La prolongación de la contingencia nos va a poner a todos vulnerables, hay que aceptarlo y, a partir de ahí, entenderlo y hacer cosas.

Es vital establecer rutinas, agrega, darle al cuerpo un orden: si sabemos que nos va a dar ansiedad, debemos levantarnos temprano, desayunar bien y evitar información que alimente nuestra ansiedad o depresión.

Cuando no duermes, te vuelves una persona muy sensible, que de cosas que antes no había conflictos, ahora te ves reaccionando mal.

Es importante tener una buena higiene del sueño, si no dormimos lo suficiente o nos despertamos de manera intermitente durante la noche, nuestros niveles de ansiedad se incrementan.

Es importante no trasnocharse viendo la tele y adaptar los patrones de sueño a la luz del día y no dormir con ningún dispositivo electrónico en la habitación.

Otra recomendación importante, es hacer ejercicio. La actividad física nos genera ciertos químicos que nos hacen sentir bien, por ello es recomendable seguir una rutina diaria.

Una opción es caminar de 30 a 40 minutos diarios, como siempre. A algunas personas con ansiedad se les quita el apetito, a otras les da más hambre.

Con la ansiedad, menciona, lo primero que hay que entender es que es una respuesta normal del cuerpo. Es una respuesta que, en el fondo, nos permite reaccionar a tiempo ante una situación que consideramos amenazante. Es una conducta adaptativa.

El problema es cuando esa respuesta es constante, cuando tiene a tu cuerpo en estado de alerta de manera constante y, al final, reaccionas de manera desproporcionada ante una situación poco amenazante.

Cada pensamiento genera una emoción y cada emoción viene con una respuesta fisiológica. La mayoría tenemos pensamientos que nos generan ansiedad.

En la actual contingencia, podemos tener muchos pensamientos: sobre el posible aumento en la inseguridad en las calles, ideas catastróficas sobre nuestra salud, el empleo, el futuro. Pensamientos que, en la mayoría de los casos, si los contrastamos con la realidad, son poco factibles de concretarse.

¿Cómo podemos ayudar a otros?

Cuando vemos que una persona tiene síntomas graves, tiene que buscar ayuda con un psicólogo clínico o un psiquiatra. Muchas veces no podemos hacer nada por las personas que están a nuestro lado, excepto pedirles que acudan con un especialista.

Es muy peligroso tratar de hacerla de psicólogos o psiquiatras. Cuando te pones a escuchar a una persona en ese estado emocional, lo único que haces es reatroalimentar y fortalecer ese estado. En el fondo lo que estamos haciendo es fomentar una rumiación.

Otros estamos en una situación en la que sabemos que no estamos tan mal, pero que podemos estar mejor. En ese caso debemos tomar medidas preventivas.

Para las personas que les atemoriza todavía salir a la calle, se sugiere hacerlo de manera gradual.

Fuente: Silvia Olmedo

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