Dieta & NutriciónGlosario de la Salud

Anorexia y Bulimia nerviosas

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), concretamente, la anorexia y bulimia nerviosas, han existido siempre, pero es en nuestros días, cuando hay una mayor preocupación debido a que cada vez son más frecuentes. El modelo actual de belleza impone un cuerpo cada vez más delgado y la industria, en este sentido, es cada vez más exigente: publicaciones de dietas y productos milagro, técnicas para moldear la figura, lo que genera grandes beneficios económicos a algunas empresas a costa de convertir a muchas personas en esclavas de sus cuerpos.

Anorexia y Bulimia nerviosasLos trastornos de la conducta alimentaria (TCA), concretamente, la anorexia y bulimia nerviosas, han existido siempre, pero es en nuestros días, cuando hay una mayor preocupación debido a que cada vez son más frecuentes. El modelo actual de belleza impone un cuerpo cada vez más delgado y la industria, en este sentido, es cada vez más exigente: publicaciones de dietas y productos milagro, técnicas para moldear la figura, lo que genera grandes beneficios económicos a algunas empresas a costa de convertir a muchas personas en esclavas de sus cuerpos.

Estos problemas afectan mucho más a mujeres que a hombres (90% frente a un 10%), y sus repercusiones son muy graves. Hoy día, casi todos los medios de información hacen referencia a este tema; se describe su problemática y, así mismo, se pretende colaborar en la prevención de estos trastornos.

Al mismo tiempo, se han ido creando grupos de autoayuda y asociaciones de familiares y/o personas afectadas dedicados a exigir, no sólo medidas de prevención, sino también mejoras asistenciales en la red sanitaria pública actual y medidas legislativas que regulen la publicidad enfocada única y exclusivamente a la posibilidad de alcanzar todo tipo de metas (a nivel personal, laboral, etc.) a través de conseguir un peso “X” y unas medidas corporales determinadas.

¿QUÉ FACTORES INFLUYEN EN CÁ“MO NOS VEMOS ANTE EL ESPEJO?

En la percepción de la propia imagen corporal influyen los sentimientos o estados de ánimo; si se está triste o deprimido la percepción sobre uno mismo es negativa, sí por el contrario se ha tenido un buen día, todo parece maravilloso. También influye la autoestima (quererse a uno mismo y aceptarse tal y como es). Cualquiera que no se quiera a si mismo como persona, será difícil que esté satisfecho con su aspecto físico. Por otro lado, lo que a veces dicen los demás (comentarios, burlas, etc.) pueden afectar negativamente a la autoestima de la persona. La moda y los medios de información muchas veces pretenden que todas las personas sigan un mismo modelo estético y de forma de vida; aconsejan sobre como bajar kilos, ¿para ser más felices?, ¿estar más integrados?, ¿mantenerse en forma?… Uno de cada cuatro artículos de revistas dirigidos a mujeres invitan a perder peso.

La sociedad pone el listón fuera de límites: la mujer debe ser joven, atractiva, alta, delgada e inteligente… para tener “éxito” en la vida. La delgadez se asocia a prestigio social, éxito, belleza, elegancia, higiene, salud…, un fin en sí mismo, nada más lejos de la realidad. Todo ello contribuye a que la población general, en lugar de preocuparse de sí su alimentación es realmente la adecuada, se dedique casi exclusivamente a conversar sobre lo que engorda o deja de engordar. Estudios realizados en diversas comunidades autónomas ponen de manifiesto que casi la mitad de las adolescentes opinan se ven gordas sin motivo justificado, lo que debe hacer reflexionar profundamente. Hay un rechazo social de la obesidad, ciertos trabajos exigen una determinada imagen para triunfar…

PERO.., ¿EN QUÉ CONSISTEN LA ANOREXIA Y BULIMIA NERVIOSAS?

Quienes las sufren tienen en común un problema de base psicológico (baja autoestima, inseguridad, ansiedad, etc), lo que se ve acompañado de una preocupación excesiva por la comida, el peso y la figura. No obstante, su origen es multicausal y existen marcadas diferencias entre ambos trastornos.

La anorexia nerviosa no sólo consiste en no comer por miedo a engordar, es no gustarse a uno mismo, no aceptarse como persona, querer ser él o la mejor. El grupo más vulnerable lo constituye el colectivo de adolescentes, aunque también hay casos en personas adultas.

Existe un deseo desmedido de adelgazar acompañado de un intenso miedo a engordar por lo que se come muy poco o se siguen dietas muy severas. Se asocia la delgadez a la búsqueda de la perfección y de la felicidad -“cuando llegue al kilo”X” seré más feliz y desaparecerán todos mis problemas”-.

Cuando la enfermedad ya está avanzada se produce distorsión de la imagen corporal, la persona se ve gorda aunque realmente no sea cierto, y por otro lado, lo que comen, les parece que es mucho más de lo que comen los demás. Frecuentemente son personas muy activas y que realizan mucho ejercicio, eso sí, con el único fin de quemar calorías. El peso puede llegar a ser bajo o muy bajo.

A veces los periodos de semiayuno y ejercicio fuera de límites racionales se entremezclan con periodos de ‘atracones’, generalmente seguidos de vómitos autoinducidos, y/o se emplean productos adelgazantes, laxantes y diuréticos, o se hace ejercicio excesivo, lo que conduce a un gran deterioro físico y orgánico.

DESDE EL PUNTO DE VISTA PSICOLÁ“GICO

Generalmente se trata de personas introvertidas que tienden a aislarse del resto. El centro de sus pensamientos suele ser “tengo que adelgazar y estudiar o trabajar mucho para ser él o la mejor y tener un cuerpo perfecto”. Sienten que no se les quiere, que la gente les mira y se burlan, o que no se les hace caso, cuando en realidad son ellas las que rechazan la ayuda.

La bulimia nerviosa suele afectar a personas inseguras, que no se sienten satisfechas consigo mismas y que se obsesionan por la comida y por el peso corporal. No se la debe confundir con periodos en los que a veces muchas personas asocian sentimientos con la comida -ansiedad ‡ aumento del apetito, tristeza ‡ pérdida de apetito-.

La enfermedad se caracteriza por la conducta de comer grandes cantidades de alimentos en un espacio corto de tiempo (atracones), seguida casi siempre de mecanismos compensatorios: vómitos o purgas e hiperactividad, con intensos sentimientos de culpabilidad y autodesprecio, un círculo vicioso difícil de cortar, pero no imposible.

Pueden desencadenarse por diferentes motivos pero destacan entre ellos los estados emocionales adversos, las dificultades en las relaciones y la sensación de hambre debida a las restricciones en la alimentación practicadas durante el día. La edad de inicio suele ser más tardía que en la anorexia. Los atracones y vómitos se producen a escondidas. Es común el uso de laxantes, diuréticos y productos adelgazantes.

A diferencia de la anorexia, el aspecto de las personas afectadas suele ser saludable; peso normal o incluso sobrepeso, difícil de detectar exteriormente.

Se padece un fuerte temor a no poder parar de comer de forma voluntaria y se muestra una muy escasa capacidad para controlar los impulsos, lo que a veces ocasiona problemas con el alcohol, las drogas y en la conducta sexual. Cambia el carácter; surgen periodos de depresión, sentimientos de vacío interno…

¿HAY UNA ÁšNICA CAUSA?

Las causas en ambos trastornos son múltiples y casi tan variadas como lo son los enfermos; sin embargo, se sabe que el 80% de los casos comienza cuando se inicia una dieta de adelgazamiento sin control profesional. También se relaciona su inicio con la no aceptación de los cambios corporales durante la adolescencia, incremento rápido de peso (por ejemplo, al dejar una actividad deportiva), cambios importantes en la vida, complejos referentes al físico, problemas de relación, enfermedad o muerte de un ser querido, conflictos con la pareja o los padres.

Existen factores que pueden volver a la persona más vulnerable: baja autoestima; vivir pendientes de lo se espera de uno mismo o de dar satisfacción a los demás; tendencia al perfeccionismo, a exigirse no fallar; miedo a madurar, a crecer y a manejar la propia independencia; tener pensamientos extremos “bueno-malo, todo-nada, obeso-delgado”.

Respecto a factores relacionados con la alimentación, es necesario evitar la realización de continuas dietas para adelgazar aparentemente inofensivas y sin control profesional, dedicar mucho tiempo a hablar sobre la gordura o la delgadez, la anarquía en horarios y comidas (a turnos, con prisas, desordenadas), los conflictos emocionales en torno a la alimentación. Estos factores no determinan que se vaya a desencadenar un TCA, pero si que se relacionan con un mayor riesgo.

¿CÁ“MO COLABORAR EN LA PREVENCIÁ“N DE ESTAS ENFERMEDADES?

Es preciso que intervengan conjuntamente la propia familia, los centros docentes, instituciones oficiales y los medios de información.
Con respecto a la población general, es fundamental tomar conciencia del relativismo de los cánones de belleza -la belleza no da la felicidad-, del peligro que entraña realizar dietas sin control profesional, de la obsesión por el peso y la figura (cada persona es diferente). De ahí la importancia de tener unos buenos valores humanos que son lo realmente importante, y así mismo, intentar mantener unos adecuados hábitos de alimentación en casa.

¿QUÉ TRATAMIENTO ES EL MÁS ADECUADO EN LOS TCA?

Depende de la gravedad y del estadio de la enfermedad, pero cuanto antes se detectan, mejor pronóstico tienen. Puesto que el origen es multicausal, la terapia debe incluir medidas encaminadas a resolver las posibles complicaciones orgánicas, un plan de recuperación de peso en caso necesario y de reestructuración de hábitos dietéticos, psicoterapia personal y/o familiar, y en algunos casos, tratamiento farmacológico. La terapia puede ser ambulatoria, o si la enfermedad está muy avanzada y necesita intervención drástica, hospitalario.

En caso de intuir que se está desarrollando la enfermedad, acudir al médico para que nos oriente y proponga un tratamiento y establecer contacto con asociaciones de TCA y/o grupos de autoayuda. Gracias a los grupos; los familiares y también las personas afectadas, asumen mejor el problema, toman mayor conciencia de que se trata de una enfermedad, comprueban que no están solas, se sienten más comprendidas y arropadas, comparten sus logros y ayudan con ello a otras personas que están pasando por la misma situación, lo que da gran satisfacción personal.

Fuente: Consumer

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