La adolescencia es una etapa particularmente frágil, así que no es casual que los adolescentes sean más propensos a desarrollar trastornos de la conducta alimentaria, como bulimia, anorexia y comer compulsivamente.
Cecilia Silva, autora de Trastornos Alimentarios (Pax), indica que estos son señal de que algo anda mal.
“Hace referencia a la insatisfacción que los adolescentes sienten respecto a sí mismos, y puede deberse a una serie de factores relacionados con los abruptos cambios que se producen desde la pubertad hasta el final de la adolescencia”, precisa.
Asegura que estos trastornos tienen su origen en una compleja problemática psicológica.
“Algunas veces se debe a una baja autoestima; otras, a la falta de control o a la imposibilidad para relacionarse adecuadamente con los otros”, menciona en el libro.
Los trastornos pueden presentarse durante una temporada o permanecer por periodos muy largos, y se manifiestan con más frecuencia en mujeres que en hombres.
Rasgos
Según Silva, los trastornos son enfermedades que se hacen evidentes con una serie de alteraciones en la forma de comer, como ingerir poco alimento, mucho, o tardarse demasiado en hacerlo, y en la presencia de conductas anormales relacionadas con el peso y la imagen corporal, como insistir en que se está gordo cuando se está flaco o ejercitarse en exceso para no engordar.
“La bulimia y la anorexia se fundamentan en el miedo a engordar y el deseo de enflacar, por lo que dejar de comer o vomitar después de ingerir los alimentos se convierten en ‘buenas ideas’ para tal propósito.
“El comer compulsivo, en cambio, implica una profunda insatisfacción con la figura, pero una aparente indiferencia a engordar, por lo que se come en grandes cantidades con el objetivo de obtener bienestar y satisfacción, aunque el resultado es sentirse aún peor”, señala la autora.
Si los papás quieren prevenir que sus hijos presenten estos trastornos, agrega, pueden hacerlo desde la infancia al atender y supervisar su alimentación, y al fomentar buenos hábitos alrededor de la comida.
Por ejemplo, es común ofrecer comida a los niños cuando lloran o están inquietos, pero es más conveniente darles juguetes o distraerlos de otro modo, para que no aprendan que la única forma de obtener bie-nestar es comiendo.
A tiempo
Algunas precauciones que los papás pueden tomar desde la infancia son:
Evitar
· Servir demasiada comida. Es mejor que les sirvan a los niños pequeñas porciones, y si quieren más, que ellos lo pidan.
· Hablar despectivamente del físico de las personas. Al hacerlo, los hijos pueden suponer que el aspecto es lo más importante.
Procurar
· Permitir que los hijos decidan cuánto deben comer. Cada niño tiene sus ritmos y sus necesidades.
· Respetar los horarios de comida. Cierto orden en la alimentación hará que el organismo funcione mejor.
Fuente: Cecilia Silva