A la hora de plantearnos acudir a un terapeuta, nos encontramos ante una difícil decisión; aparecen el miedo a lo desconocido y los prejuicios sobre la psicología y la psiquiatría. Esto hace que muchas personas sean reticentes a pedir ayuda y, frecuentemente, les resulta mas fácil acudir a una farmacia o a un médico general para una medicación.
Así, inician largos y desordenados tratamientos que se centran en los síntomas, evitando ir a la raíz del problema.
A pesar de los miedos a las psicoterapias, cada día son más las personas que se animan a solicitar tratamiento y lamentablemente es el sufrimiento intenso lo que las lleva a hacerlo.
Con frecuencia se ve que lo han dejado avanzar tanto que su estado general se encuentra deteriorado y buscan la panacea.
Ya en la consulta
Es indispensable acudir a un psicólogo o psiquiatra con preparación específica en psicoterapia para un primer acercamiento y probar el efecto que causan los señalamientos que el terapeuta hace respecto al problema.
En una primera sesión es complicado decidir cuál es el problema a trabajar, pero es posible detectar algunos valiosos indicios, como dificultades en la autoestima, trastornos del sueño, de la vida sexual, en las relaciones familiares e interpersonales, la vida académica, etcétera, que pueden orientar. Es necesario preguntar cómo es la metodología del tratamiento e importante que sienta comodidad con el terapeuta.
En las primeras sesiones se realiza el diagnóstico y la evaluación de lo que ocurre para establecer objetivos terapéuticos. Si existe una sintomatología como intensa ansiedad, tal vez sea necesario, aunque muchas veces es inconveniente, utilizar medicamentos.
La medicación debe ser precisa y por corto tiempo, ya que puede volver crónico el trastorno.
Si simultáneamente se trabaja en el comprender de otra manera, se puede tener mejoría en los síntomas.
Alternativas
Existen otras terapias que se dedican a profundizar en la vida de la persona desde la infancia y a que el paciente aprenda a localizar sus puntos débiles para encontrar solución. El terapeuta realiza un trabajo aparentemente más pasivo y de mayor plazo.
Si usted quiere conocerse mejor y realmente no tiene un problema inmediato a solucionar, podrá elegir este tipo de terapia. En muchos casos es deseable combinar ambas. Algunos terapeutas son integradores y toman lo más útil de cada método terapéutico.
La duración del tratamiento
Esta es difícil de calcular, depende de muchos factores. Hay que tener en cuenta que una terapia ayuda a reaprender sobre los comportamientos que por años no funcionaron para resolver problemas.
Este reaprendizaje requiere de tiempo, de cometer errores y aprender de ellos.
A lo largo de la terapia, suelen aparecer otros problemas añadidos que en un principio no eran expresados por el paciente, pero determinados comportamientos en su vida cotidiana nos pueden dar otras pistas, aunque en un primer momento el problema más visible fuese otro.
La empatía con el terapeuta también es un factor básico, al igual que la confianza.
El mejor terapeuta
Este no existe; la mejor sugerencia que puede darse a una persona que inicia una terapia es que se involucre y responsabilice de sus cambios, el terapeuta es un profesional que ayuda a pensar en nuevas alternativas.
En los espacios entre sesiones, es el paciente quien debe enfrentar su vida cotidiana y quien tiene que experimentar distintos modos de solucionar sus problemas. Si busca una especie de salvación en su terapeuta, no lo conseguirá.
La mejor manera de mejorar es descubrir nuestros errores y trabajar en superarlos; cuando son aceptados como parte de uno se está en el camino de la cura.
A los tratamientos de psicoterapia acude gente común, su único, -pero vital problema-, es que no son diestros en llevar su vida por un camino distinto.
Frecuentemente, equivocan los comportamientos y tienen que aprender a reubicar muchas cosas de su vida para poder dejar de sufrir por ellas.
Hay que tener en cuenta
Frecuentemente, en el proceso, aparecen ansiedad y depresión como los principales problemas a tratar, pero estos son efectos que suelen venir acompañados de otros problemas no identificados y a los cuales no se les puede poner etiquetas concretas.
Muy a menudo, la dificultad para expresar sentimientos a las personas cercanas hacen que el paciente se encuentre con un estado de ánimo abatido y otros aparentan dureza porque han aprendido a ser “fuertes” para no sufrir. En estos casos, el trabajo será abrir la coraza que llevan puesta y dejar que salga de ahí dentro el verdadero Yo. Cada persona posee un mundo propio y cada uno requiere de un proceso individual.
Fuente: Ramón Clériga