Dieta & Nutrición

Tú y tu fuerza de voluntad

¿Has escuchado alguna vez a una dona gritar su nombre? A mí me sucede cada vez que paso por la panadería de mi barrio e inhalo ese olor intoxicante y azucarado. La mayoría de los días, soy capaz de resistir. Sin embargo, algunas ocasiones, antes de darme cuenta, he roto uno de mis principales propósitos y meto dos a mi boca. ¿Qué pasó con mi fuerza de voluntad?

¿Has escuchado alguna vez a una dona gritar su nombre? A mí me sucede cada vez que paso por la panadería de mi barrio e inhalo ese olor intoxicante y azucarado. La mayoría de los días, soy capaz de resistir. Sin embargo, algunas ocasiones, antes de darme cuenta, he roto uno de mis principales propósitos y meto dos a mi boca. ¿Qué pasó con mi fuerza de voluntad?

La mayoría de nosotros luchamos contra ese desafío fastidioso, si apegarse a una nueva dieta o resistirse a derrochar en compras. ¿Por qué en algunos días nuestro autocontrol es muy firme y en otros muy débil?

Contrario a la creencia popular, la fuerza de voluntad no depende únicamente de la fortaleza psicológica. Los factores fisiológicos, como el azúcar en la sangre, la química cerebral y las hormonas también pueden influir, y pueden minar nuestras fuerzas de autocontrol.

La buena noticia: “Una vez que entienda las fuerzas que debilitan su autocontrol, puede hacer mucho para fortalecerlo”, dice Kathleen D. Vohs, doctora y catedrática asociada de psicología de consumo en la Escuela de Administración Carlson, en Minneapolis.

He aquí cómo reforzar su voluntad para que esté lista cuando la necesite.

Administra su determinación

Cada uno de nosotros tiene un suministro limitado de autocontrol, lo que significa que si trata de emplearlo en demasiadas áreas a la vez, rápidamente agotará su reserva.

Un estudio de la Universidad Case Western Reserve ilustra el punto. Los investigadores pusieron galletas de chispas de chocolate recién horneadas ante dos grupos de participantes, dieron instrucciones a un grupo de que comiera dos o tres y al otro de que comiera rábanos (mientras veía comer al primero).

Luego se les pidió a todos que trataran de resolver un acertijo imposible. Los participantes que se habían resistido a las delicias abandonaron el problema dos veces más rápido que quienes se les permitió darse el gusto.

La fuerza de voluntad es como la gasolina en su automóvil“, dice Vohs. “Cuando resiste alguna tentación, consume un poco. Entre más resiste, más se vacía su tanque, hasta que se acaba la gasolina”.

Tip. Concentra tu fuerza de voluntad donde más la necesites. No trates de reducir tu tiempo de charla por computadora y bajar de peso al mismo tiempo. Si has pasado todo el día luchando contra el impulso de regañar a una colega difícil, no vayas de compras después del trabajo. Vohs averiguó que la gente estaba dispuesta a comprar más, cuando su fuerza de voluntad ha sido drenada por un ejercicio previo de autocontrol no relacionado.

Mantén estable el azúcar en la sangre

Incluso un pequeño descenso de glucosa en la sangre, lo cual ocurre después de haberse saltado una comida, puede afectar las áreas que supervisan la planeación y el autocontrol. Irónicamente, la investigación muestra que al emplear tu fuerza de voluntad disminuye la glucosa aún más. Así que si omites la comida y pasas la tarde luchando contra el deseo de echar mano del frasco de dulces de tu compañero de trabajo, podrías exponerte a comer demasiado en la noche.

Tip. Haz pequeñas comidas que contengan tanto carbohidratos complejos como proteínas durante el día. Lleva en tu bolsa barras energéticas, con al menos 5 g de proteína, para que nunca tengas que brincarte una comida. Al estabilizar el azúcar en la sangre, podrás resistir mejor el comer de más, y otras actividades impulsivas.

No exageres con la dieta

El comer muy poco no sólo reduce drásticamente la glucosa, también restringe la producción de leptina, una hormona producida por las células grasas que ayuda a regular el apetito.

“En el lapso de unos cuantos días de empezar la dieta, tus niveles de leptina pueden bajar a la mitad”, explica Neal Barnard, médico y autor del libro Breaking the Food Seduction.

“La caída de los niveles puede incrementar el apetito y provocar que comas hasta hartarse”, señala.

Tip. Sigue “la regla de 10”: multiplica tu peso meta por 10 y nunca comas menos calorías que ese total diario. Y cerciórate de hacer ejercicio de 30 a 40 minutos diarios. (Una caminata está bien). La actividad diaria también mantiene saludables los niveles de leptina, señala la investigación.

No escatimes en dormir La investigación demuestra que tener menos de 6 horas de sueño reduce las habilidades de tomar decisiones y lleva a lo que Vohs llama “fallas de autocontrol” conforme pasa el día. Un mecanismo está en juego: la ghrelina, hormona que dispara el hambre.

Un estudio de adultos saludables encontró que después de que durmieron cuatro horas por dos noches consecutivas, sus niveles de ghrelina se incrementaron 28 por ciento y el apetito se disparó 23 por ciento, especialmente en tentempiés salados y postres.

Fuente: The New York Times

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