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¿Vale la pena prolongar el dolor?

María tenía cáncer de páncreas, ya estaba desahuciada, experimentaba fuertes dolores y no deseaba seguir con el tratamiento, pero sus hijos, en el afán de "hacer lo posible", pidieron que éste continuara.

María tenía cáncer de páncreas, ya estaba desahuciada, experimentaba fuertes dolores y no deseaba seguir con el tratamiento, pero sus hijos, en el afán de “hacer lo posible”, pidieron que éste continuara. “Por egoísmo prolongamos su dolor tres meses”, lamenta su hija.

“A pesar de que libera a los parientes de tomar esa difícil decisión y el enfermo se asegura de que sea respetada su última voluntad, esta figura aún se usa poco”, señala Gina Tarditi, experta en duelo del Instituto Nacional de Cancerología de México.

“No debe confundirse con eutanasia –subraya Tarditi–, pues no se trata de acelerar ni de propiciar la muerte, sino de garantizar la calidad de la vida”.

Mariana Navarro, especialista en medicina paliativa, detalla que, en esta etapa, el paciente amparado por el recurso recibe cuidados que alivien el dolor físico y emocional para morir dignamente.

Explica que antes de tomar esta decisión debe informarse al paciente sobre los escenarios que pueden presentarse, según la enfermedad, y qué hacer ante ellos.

Quien desee no prolongar su vida artificialmente puede acudir al área de cuidados paliativos de su hospital, donde un equipo de psicólogos especialistas en duelo, médicos paliativos y especialistas de área lo acompañarán.

Las personas tratadas con medicina paliativa son pocas aún, pues es difícil que la familia llegue a acuerdos.

Debe reforzarse la comunicación familiar, lo primero es escuchar qué desea nuestro padre, madre o hermano, saber qué le duele.

Ser consciente de ello previene problemas familiares y económicos y permite asimilar mejor la pérdida. Y aunque el dolor de la muerte es inevitable, los parientes que cumplen los últimos anhelos de su ser querido viven el duelo con mayor tranquilidad.

Si pensamos así, lograremos hacer que la Voluntad Anticipada y el testamento sean una costumbre, documentos que hay que tener en regla.

Fuente: Gina Tarditi y Mariana Navarro

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